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En esencia, la escritura es una forma de comunicación. Pero el arte de la caligrafía (del griego kallos y graphe, que significan «escritura bella») infunde una nueva vida al mensaje. La sinergia entre el artículo de escritura, la tinta, el papel y la mente convierte los signos de la comunicación escrita en una expresión artística y en una imagen perdurable del espíritu del escritor.
Hemos recurrido a dos maestros calígrafos, Seb Lester y Mitsuru Nagata, para hablar sobre las tradiciones caligráficas occidental y oriental.
«En Occidente tenemos esta maravillosa tradición, que existe desde hace dos mil años como mínimo y que a mí me resulta increíblemente inspiradora»
LOS ORÍGENES DE LA CALIGRAFÍA
El utensilio con el que se escribe determina el aspecto de la caligrafía. Los orígenes del alfabeto europeo se remontan al Imperio romano y a los caracteres latinos grabados en piedra, que presentaban una pequeña proyección, llamada «remate», para concluir cada letra.
Esta característica estética pasó a los manuscritos medievales y más tarde también a la imprenta, y aún hoy en día está presente en el mundo digital. «En Occidente tenemos esta maravillosa tradición, que existe desde hace dos mil años como mínimo y que a mí me resulta increíblemente inspiradora», dice Seb Lester, un diseñador y artista calígrafo inglés. «La caligrafía europea tiene una riqueza increíble. Podrías dedicar toda tu vida a estudiarla».
La caligrafía oriental también tiene sus orígenes en las inscripciones sobre hueso o concha, pero en este caso es el pincel lo que definió en última instancia su expresión visual. Impregnado de tinta oscura y guiado por la mano del calígrafo, el baile de un suave pincel crea unos caracteres armoniosos y equilibrados imbuidos de naturaleza, poesía e historia. «Tenemos muchos ejemplos de grandes maestros, y al copiar y practicar la misma caligrafía viajo mil años atrás; es un viaje en el tiempo», explica Mitsuru Nagata, un calígrafo japonés afincado en Barcelona. «Es una parte muy importante de la historia japonesa».
«Porque la perfección no existe; no hay una meta, sino que lo importante es el movimiento continuo.»
LA ESTÉTICA DE LA CALIGRAFÍA
La composición coherente y armoniosa de los caracteres de Mitsuru surge a partir de los trazos individuales y de los espacios vacíos que hay entre ellos. Pero la profundidad, el grosor y la posición particulares de cada elemento quedan a la libre voluntad del calígrafo. Para Mitsuru, el objetivo no es importante «porque la perfección no existe; no hay una meta, sino que lo importante es el movimiento continuo».
Por el contrario, aunque el calígrafo occidental también controla la línea mediante el ángulo del artículo de escritura y la presión ejercida, cada carácter tiene su «ideal» geométrico definido. «Me interesa mucho la simetría y la manera en que esta se relaciona con la armonía y, por tanto, con la belleza», comenta Seb. Este énfasis en la estructura ya puede encontrarse en los estilos europeos que surgieron a partir de la época romana: la letra gótica medieval, la cursiva carolingia y los caracteres unciales celtas.
«Pero la caligrafía me enseñó a concentrarme, a apreciar el tiempo y a conocerme a mí mismo.»
LA FILOSOFÍA DE LA CALIGRAFÍA
La caligrafía es una expresión visual de la concentración y la conciencia plena. «Cuando tenía nueve años», explica Mitsuru, «igual que todos los niños, me resultaba muy difícil estarme quieto. Pero la caligrafía me enseñó a concentrarme, a apreciar el tiempo y a conocerme a mí mismo». En la tradición oriental, un calígrafo debe dedicar mucho tiempo y esfuerzo a cultivar sus cualidades interiores para, después, transmitirlas a través de sus trazos, que nunca se ven como una forma que aspira a la perfección, sino como la expresión de un momento concreto. «El carácter que escribes es como un espejo de ti mismo en el momento de trazarlo. A través de mi caligrafía, quiero expresar el momento en el que me encuentro», dice Mitsuru.
Según Seb, la caligrafía es el tono de voz de la palabra escrita, que subraya el significado de un poema o una frase. «Intento inspirarme en el pasado para crear algo que sea de nuestro tiempo, que posea una belleza propia y que llegue a personas de toda condición». Con independencia del resultado final, el trabajo de Seb también está motivado siempre por la vitalidad del momento. «Creo firmemente en los accidentes felices que se producen al combinar diversión y trabajo. Un exceso de disciplina termina en un diseño demasiado aburrido, pero un exceso de libertad genera simplemente garabatos, así que se trata de encontrar ese punto de equilibrio ideal en el proceso creativo», explica el calígrafo.
«Intento inspirarme en el pasado para crear algo que sea de nuestro tiempo, que posea una belleza propia y que llegue a personas de toda condición.»
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A pesar de sus obvias diferencias, las historias singulares de las caligrafías occidental y oriental continúan siendo una fuente de inspiración para que tanto maestros contemporáneos como escritores aficionados mantengan viva esta tradición.