La sensualidad en la escultura
Durante el proceso final de selección de la piel perfecta para los productos Montblanc, los artesanos se concentra en el más importante de sus órganos sensoriales: las manos. A lo largo de sus años de experiencia, aprenden a identificar las señales de impurezas en la piel, del mismo modo en que los invidentes leen en braille. Sus manos buscan las imperfecciones más imperceptibles en la materia, minúsculas grietas, diminutas lesiones o pequeñísimas irregularidades.
Cuando está seguro de que la pieza que ha elegido es absolutamente perfecta, el artesano comienza a compartir sus recuerdos con los del animal. A medida que manipula y golpea la materia, su alma se escapa por la yema de sus dedos y se une a la de la piel del animal, insuflando a su vez un alma al producto, como una escultura en memoria de las vidas que participaron en su creación. Es la historia de un arte que vive.